miércoles, 13 de junio de 2012

La Voz del Gallo

El PRI y sus ex gobernadores  

Roberto Coral García*

En la etapa más crítica de la campaña presidencial el desempeño de los ex gobernadores del PRI se han convertido en verdaderos obuses que han impactado la imagen del Nuevo PRI que pretende ganar la presidencia de la república. Ésa es la losa más pesada que carga a cuestas el priismo en el país, su pasado.
Cuando se afirma lo anterior, es porque si el PRI busca identificar a sus enemigos, éstos no se encuentran en las protestas y marchas, ni en los candidatos opositores, sino dentro del mismo partido. Los ex gobernadores se han convertido en un lastre para el candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto. El primero fue Humberto Moreira, ex gobernador de Coahuila, y la colosal deuda que dejo en su estado. El escándalo fue de tal magnitud que le costó la presidencia nacional del PRI y el reacomodo de los grupos al interior del partido, donde por cierto Manlio Fabio Beltrones fue el actor político con mayores beneficios. El siguiente ex ejecutivo estatal bajo reflectores fue Tomás Yarrington, ex gobernador de Tamaulipas. En este caso ha sido evidente que el gobierno federal no ha operado solo, sino con ayuda de grupos de interés en el gobierno norteamericano.
Lo que seguramente ha prendido los focos rojos en el PRI es que el asunto de Yarrington Ruvalcaba implica acusaciones de nexos con el narcotráfico. Esto también incluye a su predecesor Eugenio Hernández Flores, investigado por la PGR, quien a su vez es muy cercano a Félix González Canto, ex gobernador de Quintana Roo. Estos dos últimos han hecho negocios en el estado junto a Felipe Enríquez Hernández, actual candidato del PRI a la alcaldía de Monterrey. Esta es la cara del priismo que es difícil de ocultar. Si se pensó que casos como los de Mario Villanueva Madrid, hoy preso en Estados Unidos, no se volverían a repetir, esto es totalmente errado. La información sigue emergiendo y se sabe que González Canto ha hecho negocios con el ex gobernador quintanarroense gracias a la influencia que mantiene en el estado y sobre todo acosta de los quintanarroenses.
Esta situación delicada que vive el PRI por las cuentas tan pobres que ofrecen sus ex gobernadores ante la ciudadanía, incrementará aún más la presión en el círculo cercano de EPN. El peor escenario sería que el papel histórico de los ex gobernadores empiece a llevar al despeñadero la candidatura de EPN. Esto se puede empezar a notar en los estados, por ejemplo Quintana Roo, donde el PRI tiene asegurada ya una derrota ante el candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador. El otro escenario es que EPN obtenga una victoria muy cerrada, pero lo más significativo de esto es que la presión social y política no sería menor. Qué significa lo anterior, que si no se puede derrotar y tumbar a Peña Nieto si se le puede generar los mayores costos políticos para que se le dificulte implementar su agenda de gobierno.
La presión social y política a la que me refiero seguramente obligaría al nuevo presidente a tener que dar golpes de timón. Es decir, tener que demostrar que en verdad se trata de un Nuevo PRI, una manera distinta de gobernar, esto significaría dar golpes contundentes de autoridad sobre algunos gobiernos estatales. Premiar, limitar y castigar a los ex y actuales gobernadores. Por ejemplo, mejorar la fiscalización y rendición de cuentas de los recursos federales; obligar a renunciar a presidentes municipales e incluso a gobernadores que no le estén rindiendo buenas cuentas al ejecutivo federal; y lo más delicado para los nuevos señores feudales, encarcelarlos si se demuestra sus nexos con el narcotráfico. Estas acciones tendrían una lógica muy acertada por parte del futuro presidente, sino cede ante la presión social y política el poder lo podrían volver a perder, y si se pierde de nuevo el poder presidencial se habría demostrado que el Nuevo PRI no tuvo la capacidad suficiente para gobernar en democracia.
Ante el posible escenario de que el futuro presidente busque disciplinar a los ejecutivos estatales, se podría explicar que algunos ex gobernadores, sobre todo los que tienen aún mucha influencia política en sus estados, empiecen a operar para que pierda su candidato presidencial. Es decir, preferirían seguir teniendo el poder y los recursos económicos de sus estados sin rendir cuentas a nadie, que tener la figura de un presidente priista ávido de demostrar que tiene la fuerza y el empuje para legitimarse en el poder y alinear a sus rebeldes gobernadores.
 
Lo que viene

…como te ves me vi, como me veo te veras le diría MVM a FGC si estuvieran de frente y se acordaría, tal vez, de aquel hecho bochornoso para la incipiente clase política local ocurrida en la que fue su casa en Cozumel, donde pretendía residir una vez que concluyera su periodo gubernamental, el ex gobernador chetumaleño, el más duro sí, pero el más popular. A propósito del reconocimiento nacional que recibió Gerardo Amaro Betancourt como Procurador del Medio Ambiente, ya se está pensando en crear una oficina como la Cojudeq especializada para atender a nuestros políticos que diariamente reciben medallas de oro. Por cierto, Normando Medina Castro acaba de nombrar a su ahijado como jefe de compras de la Cojudeq.
 
Twitter: @roberto_coral 
*Dos veces presidente del CDE del PRI y ex presidente de la Fundación Colosio

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