domingo, 3 de marzo de 2013

Reporte México



Policía única: ¿solución a la violencia?

Por Irma E. Ribbon

Todo parece indicar que la estrategia de seguridad para el combate al crimen organizado durante el gobierno de Enrique Peña Nieto seguirá girando en torno a la misma propuesta: el mando único.
Calderón utilizó lo que llamó “el Modelo Baja California”, para promover la aplicación de una estructura vertical operativa para perseguir, detener y procesar a quienes cometen desde delitos comunes hasta federales, con el crimen organizado como común denominador. En Baja California el gobernador José Guadalupe Osuna Millán cedió esta potestad de mando único a tres generales del Ejército Mexicano en distintos momentos de su administración que ya está en la postrimería.
Al tiempo que Felipe Calderón consolidaba su estrategia de sacar a los militares de los cuarteles para adentrarlos en las calles de ciudades tomadas por las células de narcotraficantes, Osuna pactó con el general Sergio Aponte Polito de la II Región Militar pero que fuese éste quien coordinara los esfuerzos de las corporaciones policíacas municipales, estatales y más tarde incluyeron a las federales sin mucho resultado.
Esto viene a colación cuando el Senado de la República ratificará a Manuel Mondragón como Comisionado Nacional de Seguridad Pública de la Secretaría de Gobernación, cargo que viene a suplir en gran parte las tareas que en el sexenio anterior estuvieron en la responsabilidad de la Secretaría de Seguridad, desaparecida en esta administración priísta.
Mondragón declaró que está listo para emprender el proceso de creación de la Gendarmería Nacional, para depurar la Policía Federal y comenzar a sentar las bases para encabezar el cargo para el que fue llamado por un gobierno priísta luego de haber trabajado para uno perredista: el mando único.
La realidad es que en México lo que sobran son corporaciones policiales. Aparte de las municipales, las estatales, las ministeriales, las preventivas, las fiscales, las de caminos, las rurales, las de tránsito, las judiciales y las operativas, ahora sumaremos la Gendarmería –tema que merece columna aparte–, y todas ellas, corruptas o no, depuradas o no, comprometidas o no, sino en su estado actual, pasarán a ser coordinadas por un mando único.
En ese contexto se tiene la idea en el gobierno federal –antes de la depuración de la cual poco han hablado y menos comprometido– que un mando único será la panacea a la inseguridad y la violencia cruenta que las decenas de bandas, cárteles y células criminales ejercen todos los días en el territorio mexicano.
La inseguridad es latente, situación por la que atraviesan estados como Guerrero, Tamaulipas, Michoacán, Morelos, Veracruz, Chihuahua, Sinaloa, Durango y un largo etcétera, donde calles y avenidas son el campo de guerra de dos o más organizaciones criminales que pelean el territorio para el trasiego de droga, la venta al menudeo, la extorsión, el secuestro y los delitos que les son inherentes.
Más allá del mando único, el gobierno federal de Enrique Peña Nieto debería perseguir a quienes hoy encabezan las más de 80 estructuras criminales que destacó el Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam; además de depurar las policías, principalmente la federal, pues sin la colaboración de las corporaciones, los narcotraficantes no pueden evadir la Ley ni ser infalibles a la captura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario