La guerra sucia en Quintana Roo
Roberto Coral García*
Desde que iniciaron formalmente las campañas electorales, el 30 de marzo, las preferencias electorales de los tres candidatos a la presidencia de la república no han cambiado. El lunes 16 de abril se publicó la encuesta de viviendas BGC-Excélsior: Enrique Peña Nieto sigue subiendo en las preferencias y se ubicó en 50 por ciento; en segundo lugar se encuentra Josefina Vázquez Mota con el 29 por ciento y en tercer lugar Andrés Manuel López Obrador con un 20 por ciento.
Es comprensible que ante el estancamiento de la candidata del PAN y el de las izquierdas, los dos principales contrincantes de EPN hayan apostado por un cambio de estrategias. AMLO empezó a descalificar al árbitro electoral, él sabe que no podrá remontar y ganar, va 30 puntos abajo en las encuestas, entonces desde su visión la elección será un fraude. JVM apostó por una campaña de contrastes en contra de EPN en los medios. Se cuestiona los compromisos cumplidos en su gestión como gobernador del Estado de México. Sin embargo, dudo mucho que esto tenga un impacto en las preferencias, es decir, por los que piensen que es una campaña negativa. Esta estrategia ya tuvo su efecto en 2006 y la izquierda ya se encargó de dinamitar cualquier tipo de uso que se le pueda dar a esta táctica electoral. Lo anterior, a pesar de que los beneficios de las campañas “negativas” están en el informar y ofrecer datos adicionales de cada candidato. Esto porque evidentemente un candidato sólo vende virtudes.
La guerra sucia no es exclusiva del PAN, en el PRI también se tienen antecedentes de su uso y en el ámbito que nos interesa, el local, tenemos muchos antecedentes. Aquí menciono las que me parecen las más importantes a lo largo de nuestra corta historia. La primera se dio entre Jesús Martínez Ross y José Asencio Navarrete, quien en ese entonces era senador y tenía un periódico lo más parecido a un panfleto. Estaba en juego la disputa por la candidatura del primer gobierno constitucional de Quintana Roo. Con estos incentivos, José Asencio Navarrete atacó a Martínez Ross por su color y por su oriundez mexicana al dejar ver que era centroamericano, aunque el ahora ex gobernador (1975-1981) había nacido en Payo Obispo, hoy Chetumal, perteneciente al estado de Campeche. De igual forma, se calificó a Martínez Ross como “negro al servicio de los tabasqueños” al ser impulsado David Gustavo Gutiérrez, tabasqueño, último gobernador del Territorio de Quintana Roo.
La segunda la vivió Pedro Joaquín Coldwell, el actual líder nacional del PRI, cuando se perfilaba a la gubernatura del estado en el periodo 1981-1987, en ese entonces circuló un panfleto con información acerca de su vida personal, esto fue orquestado por Felipe Amaro Santana, presidente municipal de Benito Juárez y Hernán Pastrana, presidente municipal de Othón P. Blanco. La tercera le tocó a Miguel Borge Martín a quien le sucedió algo atípico, no hubo guerra sucia, sino un periodo de silencio, debido a que el único periódico de circulación estatal que controlaba toda la información no publicó nada, ni la convocatoria del PRI para la sucesión gubernamental. En el caso de Mario Villanueva Madrid, éste tenía mucho apoyo popular y el mismo José María Córdoba Montoya preguntó a Héctor Aguilar Camín que si Mario Villanueva era el bueno, éste le contestó que Pedro Joaquín Coldwell era quien lo conocía. La cuarta guerra sucia se llevó a cabo con Joaquín Hendricks Díaz, ésta la operó Mario Villanueva Madrid, quien quería sustituir a Hendricks Díaz de la candidatura al gobierno del estado por Jorge Polanco, alguien muy cercano al entonces gobernador Villanueva, pero el centro lo impidió.
La última y más fuerte fue la que vivió Félix González Canto, se conformó todo un grupo político encabezada por Carlos Cardín, hoy coordinador de su campaña y compadre, y Eduardo Ovando Martínez, junto a Miguel Ramón Martín Azueta, Manuel Valencia, Carlos Hernández y Juan Pedro Mercader Rodríguez, todos estos cuando estaban al servicio de Addy Joaquín Coldwell. Se utilizaron panfletos, desplegados, rumores y todo lo que la corta imaginación pudo ofrecer.
Las reformas electorales de 2007 no prohíben las campañas negativas (éstas se llevan a cabo en países como Estados Unidos y España), la legislación es clara se prohíbe la calumnia y se define tal cual, el problema es la interpretación que le dan los partidos políticos que al verse atacados rápidamente denuncian que son víctimas de la guerra sucia. En todo caso estaría muy bien dejar claro por parte de las autoridades electorales por medio de los medios de comunicación lo que significa una campaña negativa y sobre todo lo que se permite durante los procesos electoral. Una cosa es una calumnia y otra la crítica dura. Esta semana el IFE desechó la solicitud del PRI para quitar los spots donde se contrasta los compromisos cumplidos de EPN en el EdoMex. Si algo debe demostrar el PRI es que es tolerante a la crítica dura, la intolerancia era característica del viejo PRI. Sin embargo, es una lástima que se tenga que estar invirtiendo tiempo y recursos en explicar las reglas del juego, pero los actores políticos así lo decidieron, y el que más se beneficia es el PRI y su candidato.
Lo que viene
…hablando de mujeres y traiciones otro de los que traicionaron al PRI yéndose a la oposición panista y luego traicionaron a ese partido que les dio cobijo y regresaron al PRI, partido que se porto tan generoso con él…me refiero a Juan Pablo Mercader Rodríguez, funcionario ligado a los intereses de los fraccionamientos.
Twitter: @roberto_coral
*Dos veces presidente del CDE del PRI y ex presidente de la Fundación Colosio
No hay comentarios:
Publicar un comentario