sábado, 10 de septiembre de 2011

Una lección de vida

Por Alberto Cervantes


Tras ser diagnosticado con cáncer de huesos a los 17 años, Guillermo López Durán –ex regidor del ayuntamiento capitalino por el PAN– se aferró a la vida y a su aspiración de contribuir a una mejor calidad de vida para quienes padecen alguna discapacidad física, demostrando que los únicos límites son mentales y se los impone uno mismo.

¿Quieres vivir plenamente incompleto o morir completo? ¿Cuál sería tu reacción ante la pregunta donde únicamente estás entre la línea de la vida y la muerte? Solo basta un sí o un no, puede marcar la diferencia entre una guerra totalmente ganada con sacrificio o una batalla perdida por no haber luchado jamás.
Nacido el 26 de junio de 1977, antes de cumplir la mayoría de edad, Guillermo de Jesús López Durán tenía la decisión en sus manos. Apasionado del futbol, el juego constante provocó que en una caída se lesionara una rodilla, el dolor era cada vez más intenso. El resultado de una tomografía fue decisivo y reveló que padecía cáncer en los huesos.
Sus padres, el doctor Antonio López Juárez y Martha Elena Durán González, enfermera, decidieron llevarlo a la ciudad de México, al Instituto Nacional de Cancerología, hasta ese momento Guillermo ignoraba lo que pasaba, pero al llegar a ese lugar supo que las cosas no estaban bien.
En un abrir y cerrar de ojos la vida le cambió, aún le quedaban muchos retos por superar, grandes lecciones que aprender y una misión por cumplir. El tratamiento fue sumamente difícil y doloroso para Guillermo, muchas veces quiso abandonar todo y regresar a su ciudad Chetumal, pero tenía que continuar.
El sacrificio familiar y las profesiones de sus padres ayudaron a Guillermo a tener acceso a una mejor atención médica, el joven mostraba avances cada día; sin embargo no todo volvería a ser igual, y es cuando llegó la difícil, difícil pregunta: ¿Quieres vivir plenamente incompleto o morir completo? Esto significaba que le amputarían parte de su pierna, pero podría hacer su vida completamente normal con la ayuda de una prótesis, él caminaría y las expectativas para vivir serían excelentes, pero si dejaba que el mal avanzara su vida terminaría en poco tiempo.
Entonces Guillermo comprendió, asumió la difícil decisión. Sus padres y tres hermanos fueron su principal apoyo y sostén. La vida a veces puede sorprendernos, y no todas esas sorpresas son agradables, ya que después de haber afrontado y superado la más cruel de las vivencias, venía algo que no solo perturbaría su vida, sino la de su familia completa. Su madre, la señora Martha Elena fue diagnosticada con cáncer de estómago, desafortunadamente el descubrimiento ocurrió tarde y sobrevino la pérdida.
Con grandes recuerdos, el amor a su familia lo alentó a seguir su camino, al término del bachillerato obtuvo un lugar en la Universidad de Quintana Roo en la carrera de derecho, una aspiración que había asumido como propia desde largo tiempo atrás y que además le brindaría grandes satisfacciones, que por supuesto aún ignoraba.
Participó activamente en su institución, obteniendo cargos de responsabilidad como Coordinador general del círculo de jóvenes justos de la Uqroo, representante de los estudiantes de la división de ciencias sociales y económico-administrativas y secretario general del Colegio de Estudiantes (Colest), desempeñó en estas áreas una labor intachable, lo que le valió diversos reconocimientos al interior de la universidad.
En el año 2002 se tituló como licenciado en derecho, de ahí en adelante su trayectoria sería más que fructífera, aunque con muchos sacrificios y esfuerzos de su parte. Por cuatro años laboró como verificador y posteriormente como dictaminador sanitario en la Secretaría Estatal de Salud (Sesa). Después de ello, perteneció a la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) donde se desempeñó como jefe de asuntos jurídicos.
Sin embargo, cada día sus aspiraciones se iban modificando, era otra su verdadera pasión y así tomó la difícil decisión de abandonar su puesto en la Sedesol.
Es así como comienza su trayectoria en el Partido Acción Nacional, donde ha tomado un sinnúmero de cursos y ha representado diversos comités, asimismo, ha participado como representante suplente ante el Consejo General del Instituto Electoral de Quintana Roo y tiene amplia experiencia en materia electoral.
En representación de su partido, se desempeñó como Décimo Tercer Regidor de la comisión de Protección Civil en la pasada administración municipal del Ayuntamiento de Othón P. Blanco, donde estuvo al frente del proyecto de instalación de un elevador para personas discapacitadas en el palacio municipal capitalino. 
Su vida profesional ha sido exitosa, aunque reconoce que falta mucho por hacer, y pese al vuelco que dio su vida cuando le fue detectada la enfermedad, eso no lo ha limitado para lograr y hacer lo que se ha propuesto. Tiene seis años de feliz matrimonio y una hija a la que considera el mayor motor de su vida.
En el tema de la discapacidad, considera que aún faltan muros por derrumbar:

–¿Qué hace falta en nuestra ciudad Chetumal en pro de las personas discapacitadas?– se le cuestiona.
–Sin duda falta mucho por hacer en todos los niveles, tanto en lo laboral, en lo social. Creo también que información a la ciudadanía sobre los derechos y el respeto que debe darse a esta comunidad. Pese a que los tiempos han cambiado, todavía la gente es inconsciente y no asume que hay personas más vulnerables que ellos.

–¿Son más o menos las personas del ámbito político interesadas en cambiar la situación en torno a la comunidad discapacitada?
–Somos muchos los interesados, te diré que hay una ley perfectamente establecida específicamente sobre este tema, simple y sencillamente pasa que no se cumple la ley. Muchas situaciones son pasadas por alto, nadie respeta la ley, entonces lo que tenemos que hacer es precisamente eso, hacer que la ley se cumpla. Pero de que sí habemos personas realmente interesadas y participando activamente para mejorar las condiciones de vida de los discapacitados, si somos muchos y de corazón.
–Yo puedo decir –prosiguió– que para todo ser humano ante un panorama como este, cualquiera que sea el tipo de discapacidad que se padece, es un golpe tremendo ante el que se pueden asumir muchas maneras de reaccionar, pero yo lo que hice fue aferrarme a la vida, pensar en lo que yo anhelaba y eso me ayudó mucho; ese es, entonces, mi consejo: que se aferren a algo, ya sea la religión, ya sea una persona, una situación, tienen que tener un motivo, tal vez la familia, creo que el solo hecho de pensar en vivir debe ser una gran motivación, hay que luchar y salir adelante, no hay de otra.

Un joven con muchos planes, al que solo le bastaron 17 años para entender que la vida es mucho más que cualquier cosa, hoy ha demostrado que las barreras solo están en la mente y con gran éxito ha destacado no solo por su inteligencia, sino por su sencillez, su sinceridad y las ganas verdaderas de contribuir desde su trinchera a una mejor calidad de vida para quienes lo necesitan. Él, poco a poco va poniendo su granito de arena y no desistirá hasta lograr sus sueños y propósitos, que por padecer una discapacidad, significa que no tiene derecho a hacerlo.

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