Los trastornos del aprendizaje
Por Flor González Pavón
Hasta hace un par de años, los expertos en psicología educativa planteaban la relación cercana entre las necesidades educativas especiales y los trastornos del aprendizaje. Hoy, ambos conceptos presentan diferencias claras ante una visión de las necesidades educativas especiales y las características en los problemas de aprendizaje de los estudiantes en relación con los objetivos de los programas educativos.
Los investigadores barceloneses Sánchez, Buisán, y Boix en el 2006 mencionaron que la extensión de la educación especial al alumnado con dificultades físicas de aprendizaje, problemas de inadaptación social o atención a las minorías étnicas fue desplazándose a los términos tradicionales de "educación especial" y de "necesidades educativas especiales"; posteriormente, del 2008 al 2010, por los términos de "atención a la diversidad", "comprensividad", "escuela inclusiva", etc.
Cabe aclarar que la diversidad, por ser inherente al ser humano (al ser éste múltiple y complejo), tiene una interpretación más amplia y su acción educativa va más allá de la atención a alumnos especiales, acciones especiales y centros especiales. Como afirma Buisán, la diversidad abarca dimensiones como la diversidad cultural, lingüística, de acceso al conocimiento, social, de género, ligada a factores "intra" y "extra" personales, de necesidades educativas especiales asociadas a discapacidades, trastornos de aprendizaje, "superdotación" y a alumnos y personas mayores con pérdidas funcionales de visión, audición, movilidad y cognición. Problemática que comentaremos en la siguiente edición.
En cuanto a los trastornos del aprendizaje, Castaño (2003) lo expresó como una disfunción cerebral específica que afecta determinados sistemas funcionales del cerebro. Sin embargo, durante los últimos años se ha constatado un fuerte incremento en la demanda asistencial por problemas de aprendizaje y bajo rendimiento académico, que nos lleva a inferir una distancia razonable entre los hechos lógicos que presentan los estudiantes con necesidades educativas especiales y las deficiencias de aprendizaje que se observa en estudiantes ajenos a una alteración clínica, emocional y económica; es decir, las condiciones de aprendizaje especialmente adaptadas para que el alumno sea educado adecuada y eficazmente permitirán un desarrollo eficaz en las estrategias de aprendizaje.
Al margen de ello, se comprende que las necesidades de los estudiantes pueden expresarse en cualquier punto en un continuo que va desde la necesidad leve a la aguda y bien puede ser permanente o una fase temporal en el desarrollo del alumno; en cualquiera de los supuestos anteriores Hegarty (1988, p. 83) se refiere a los alumnos con necesidades educativas especiales a aquellos que presentando graves deficiencias, requieren de un "currículo general con modificaciones específicas".
A partir de ahora, lo que sí debemos hacer los educadores es que aquel alumno con necesidades educativas especiales y/o problemas de aprendizaje deberá recibir una ayuda adicional, no tanto en contenidos curriculares inespecíficos o descontextualizados, como en el entrenamiento de estrategias de enseñanza-aprendizaje ligadas a la comprensión de textos, mejora de la comunicación oral y de la expresión escrita, dominio del cálculo, habilidades sociales, habilidades emocionales y aprendizajes en entornos vitales y profesionales.
Por tanto, al hacer un diagnóstico de los estilos de aprendizaje de nuestros estudiantes debemos observar algunas de las siguientes necesidades especiales y/o problemas de aprendizaje, que suelen presentar:
-Dificultad para adaptarse a los objetivos de su nivel de edad, debido a las fuertes lagunas que arrastran de una escolaridad muy irregular.
-Presentan diferentes situaciones de partida, características y ritmos de aprendizaje distintos y diversidad de motivaciones y necesidades, con baja autoestima y baja eficacia propia para afrontar cualquier tarea que guarde relación con la escuela.
-Adolecen de estrategias de estudio y, se infiere que esa deficiencia le impedirá conseguir trabajo en su vida adulta y, en el mejor de los casos, encontrarán trabajos deficitarios "subempleo" y desconocerán sus derechos laborales (Diez Gutiérrez [1995]; Auberni [1997]; Marhuenda y Navas [2004]).
-Suelen tener una vinculación negativa con el centro educativo, motivada por los constantes conflictos curriculares y contradicciones disciplinarias, y las correspondientes actuaciones que implican en algunos casos, la expulsión de la escuela.
-Carecen del refuerzo que favorece la implicación de las familias en su proceso formativo, sobre todo cuando proceden de un entorno de privación social o de un estatus medio con las necesidades básicas y no tan básicas cubiertas, pero con modelos formativos inestables.
-Provienen de familias disfuncionales, lo que dificulta una actuación adecuada, olvidando sus responsabilidades educativas y aceptando su incapacidad para reconducir la situación.
Finalmente, se ha constatado que cuando las actitudes de los alumnos/as y su relación con las estrategias de enseñanza-aprendizaje van unidas, éstas inciden en su motivación, no sienten ansiedad ante el estudio y ello les lleva a creer en sus posibilidades; no obstante, ello, según apunta el Informe PISA (2003, p. 17), requiere que los estudiantes manifiesten un gran esfuerzo e interés por una asignatura si obtienen algún beneficio importante, en términos de alto rendimiento: estudiantes motivados por la recompensa externa de hacerlo bien. Lo anterior implica que el entorno educativo y los profesores deben fomentar los métodos de aprendizaje, entre ellos el establecimiento de objetivos, la selección de estrategias y una correcta evaluación del proceso de aprendizaje.
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