El tristemente célebre diputado federal nuevamente vuelve a dar la nota, esta vez por sus excesos, su derroche de dinero en los lugares más exclusivos de Europa.
Por Alberto Cervantes
Cuando alguien sin importar la trinchera en la que esté causa problemas, es porque él mismo es precisamente eso: un problema, y así se ha conducido y seguirá conduciéndose Gustavo Ortega Joaquín.
Gustavo Ortega ha sido tristemente conocido por sus excesos en el poder, por represor –como si estuviera enojado con la vida, pareciera–, y la política quintanarroense ha tenido que pagar muy caro por incluirlo entre los de su clase.
El hoy diputado federal nuevamente vuelve a dar la nota, esta vez por sus excesos, su derroche de dinero; ese, el de los recursos públicos, ese que sale del bolsillo de miles de ciudadanos honestos que pagan impuestos y que en esa repartición gubernamental termina por parar en bolsillos como los de Gustavo Ortega Joaquín, quien ahora se gasta una fortuna en andar viajando por Europa como si la gente tuviera necesidad de pagar vacaciones de lujo a un badulaque político.
Ortega Joaquín es bien conocido por un temperamento que ni las artes marciales le han permitido equilibrar, agresivo, represor de la libertad de expresión, tan solo basta acordarse de sus ataques contra periodistas y medios de difusión durante su trienio al frente de Cozumel.
En una muestra de incongruencia, en días pasados ha pretendido erigirse, vía twitter, en paladín de la libre expresión, cuando se sabe de su gusto por coartar ésta y perseguir a quienes han hablado la verdad sobre él.
La última gracejada cometida por el diputado Ortega Joaquín fue haberse ido de tour un mes a Europa con cargo al Congreso de la Unión visitando Escocia, Irlanda, Londres, Mónaco, Niza, París y varios sitios más a cuerpo de rey, gracias al "patrocinio" de las mexicanas y mexicanos.
Más debiera ocuparse el diputado viajero y zascandil en empaparse de los temas de mayor interés de Quintana Roo y su gente, y no en despilfarrar el erario en el viejo continente. ¿Cuántos quintanarroenses pudieran darse el lujo de hacer un mes en Europa con cargo al erario?
Aparte de despilfarrar el dinero ajeno, esta vez a Gustavo Ortega le dio por hacer alarde de sus dotes de apostador perdiendo miles de euros, ya que hubo noches que hasta 23 mil dólares dejó en los tapetes de los lujosos casinos de Montecarlo, en el principado de Mónaco.
Sin duda Gustavo Ortega nuevamente dio la mala nota, tirando el dinero que ahora obtiene gracias al poder legislativo federal, y pareciera que se le ha olvidado que el rechazo popular hacía su persona es alto.
En su propia isla natal, Cozumel, el repudio hacia él es grande, ya que no se olvidan los habitantes de la Isla de las Golondrinas la manera en que endeudó al municipio, dejó de pagar prestaciones a empleados, y legó cuantiosas deudas por servicios de agua, energía eléctrica, ISSSTE, Infonavit, entre otras, prueba de su inexperiencia –o voracidad– al administrar recursos.
Sigue sin olvidarse aquel préstamo millonario para renovar la Plaza del Sol; el hoy diputado federal Ortega Joaquín quedó a deber miles de pesos por concepto de rentas de locales para oficinas municipales, que aun hasta hoy el gobierno municipal deberá cubrir, de acuerdo a los contratos establecidos.
Como se recordará, Gustavo Ortega Joaquín adeudó al ISSSTE casi 10 millones de pesos, además le debió tres millones de pesos a un extranjero que ganó un juicio por una multa mal aplicada. También dejó un adeudo de dos millones de pesos por concepto de becas no pagadas, otro lastre que todavía se continúa pagando en la actual administración.
Son numerosas las deudas que hasta el día de hoy las autoridades municipales deben cubrir, debido a la mala administración y el presunto desvío de recursos del que se hizo gala durante el trienio de Gustavo Ortega.
Mientras tanto, sin preocuparse por ello, Gustavo Ortega Joaquín continúa dilapidando los recursos públicos, como lo hizo en sus tan cuestionadas vacaciones con cargo al pueblo que realizó por Europa; ¿será que en el juego quiere sacar sus frustraciones? Eso sí, el perder dinero se traduce también al oficio político, ya que en ese ámbito también invariablemente pierde.
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