domingo, 5 de agosto de 2012

Colinas en Contrapunto

El trotamundos

Ojalá y supiera toda la envidia que le tengo. Ojalá y supiera que cuando me lo topo, ganas tengo de acercarme y preguntarle cómo le hizo para llegar a tal excelsitud en esta vida. Porque eso de que nada te preocupe, de que nada te ate a un solo sitio, es extraordinario.
No sé de dónde diablos sale, no sé en donde diablos termine su diario andar por los caminos.
Una vez quise seguirlo para descubrir el secreto de ser feliz tan solo sosteniendo una mochila en las espaldas.
No fui tan cuidadoso y pilló mis intenciones. Detuvo sus pasos y se quedó parado en una esquina. Luego fue y se recostó en la pared de un edificio viejo. Me pareció que chiflaba una melodía que por mis oídos jamás habían cruzado.
El me miraba de reojo. Yo disimulaba. Yo volteaba a todos lados haciéndome al occiso. El en cambio, llegó un momento en que me fijó la mirada y me transmitió un mensaje: “te jodiste porque jamás descubrirás mi más íntimo secreto”.
Algún olorcillo no muy agradable despedía, a juzgar por la cara de fuchi que ponía la gente “normal” que cruzaba a su lado. Unos chamacos, inocentes, se pararon frente a él y se lo quedaron mirando como si fuera un bicho raro.
El, de pronto, movió su larga -como descuidada cabellera-, y les soltó un rugido. Fue suficiente, los chavales, pálidos, salieron corriendo como alma a quien va persiguiendo el diablo.
Se le acercó un perro que comenzó a husmearle los desgastados huaraches que portaba. El, permaneció inmóvil mientras el animal, ya en confianza, se le acurrucó a un lado. Por las fachas del can, deduje que el también era callejero y en esos instantes fue como haberse visto frente a un espejo.
Me emocionó la repentina comunión entre esas dos almas gemelas.
Diablos, dije, si no fuera porque los prejuicios me están matando, yo iría, les pediría que me hicieran un huequito y también me acurrucaría junto a ellos.
El acariciaba al perro. Le pasaba la mano por el lomo. El animal, por ratos, sacaba la lengua y acompasadamente le lamía los zapatos.
Era, en serio, una escena idílica. Era la perfecta comunión entre dos almas afines. Era el hermanamiento entre dos  trotamundos para quienes no había diferencia entre la noche y el día. Para quienes la claridad no era el Sol, ni un foco, ni una vela, sino un chispazo de luz en el cerebro.
Ahí se estuvieron un buen rato. Una patrulla cruzó y se detuvo por unos momentos. Temí que de pronto se bajaran un par de gorilas y le rompieran la madre a aquella extraordinaria escena.
Por fortuna los gendarmes entendieron que aquel tipo y el perro también merecían un espacio en este mundo.
El, algún gruñido escuchó en las tripas del perro ya que le vi meter mano en la mochila y sacar un resto de comida, que, faltaba más, el perro engulló en un instante.
Yo me hubiese pasado toda la vida ahí observándolos y nutriendo de solidaridad mi alma. No podía, desgraciadamente. Miles de compromisos –seguramente uno de ellos me matará algún día-, me estaban esperando.
Y me fui. Y ni siquiera me atreví a ir y decirle lo más dulcemente posible que me encanta su forma tan desaprensiva de ver la vida. De comentarle que si tuviera algunos años menos encima, agarraría mi mochila y, despreocupadamente, me iría junto con él a recorrer el mundo.
No lo he vuelto a ver y eso me rompe el alma. Me consuela saber que en estos momentos seguramente estará muy quitado de la pena, recostado en la esquina de algún edificio viejo, acariciando a algún fantasma y en perfecta comunión con las estrellas, lejos de los problemas terrenales, de esos que solo a mí y a usted –terrícolas comunes-, nos desquician por completo.
Colis2005@yahoo.com.mx

* * * * *

Con Jonathann

Fue un placer escuchar cantar a doña Juana. Una dama de voz bravía, fuerte, vigorosa, pese a las siete décadas que lleva encima.
Festejábamos el aniversario de CONTRAPUNTO, de Jonathann Estrada, en cuya familia, por cierto, todos le hacen a la cantada, cuando de pronto la señora pidió el micrófono y con los mariachis a todo lo que da, deleitó a la concurrencia con su todavía muy bien conservada voz.
La fiesta fue el viernes en las instalaciones del establecimiento del negocio que el licenciado José Luis Alamilla tiene en “Calderitas”. Un sitio excelente que dio el plus para que el evento fuera todo un éxito.
Excelentes anfitriones ambos, se dieron a la tarea de atender a innumerables invitados de distintos sitios, que vinieron y compartieron el pan y la sal con la sonrisa en los labios.
En el presídium, el arquitecto Luis González Flores encabeza a las personalidades que ahí estaban congregadas. Fue en representación del Roberto Borge Angulo, gobernador del Estado, quien ese día se encontraba desempeñando labores propias de su cargo en España.
A su lado, también estaba la profesora Rosario Ortiz Yeladaqui, que, como siempre, compartía generosa esa sonrisa que tan fácil se le refleja en el rostro.
La tarde estaba que ni mandada a hacer para brindar por el éxito de Jonathann. El calorcito caribeño nos arropaba a todos y los rones, prestos, venían en auxilio de las gargantas sedientas.
Ahí no hacía falta nada. Habían buenos amigos, buen ron, había buen vino y para redondear la velada, ahí estaba Valente Pastor, una extraordinaria voz a la que la pátina del tiempo no le ha hecho la más mínima cosquilla.
Valente, por si faltaba algo, es tío de Jonathann, quien, por cierto también se sube al escenario y da muestras de que los genes de la cantada los traen bien prendidos en el interior del alma.
Tequila en mano, como corresponde a todo charro bien nacido, don Valente destapó el pomo de las esencias y se soltó con lo mejor del repertorio.
Los ¡ajúúúaaa!, iban y venían en boca de la concurrencia. Y es que, tan adictos que somos a la música ranchera, no necesitamos más que un empujoncito para sacar al Juan Charrasqueado que llevamos dentro y que amenaza con echar bala incluso si no le damos por su lado.
En Cancún, por lo visto, hay buen mariachi. Ignoro si habían practicado antes con Valente, lo cierto es que si hubo alguna desentonadita por allí, ni cuenta nos dimos, ya que parecían haber actuado juntos de por vida.
Bueno, con decirles que Javier Venegas, reportero, columnista, caricaturista, locutor, etc., etc., de pronto, embriagado totalmente por la emoción, se levantó de su asiento, pidió tomarse una foto con Valente Pastor y además le sacó el autógrafo. “Sigo tu carrera desde hace mucho tiempo”, le dijo y con eso fue suficiente para que el artista también se le entregara por completo.
Cuando llegó la hora de los palomazos, doña Juana se levantó de su asiento y, micrófono en mano, dijo: “¡Ahí les va, señores!”.
Y fue, de veras, una delicia escucharla. Lástima que fue un tanto cicatera. Fueron dos melodías solamente las que nos regaló y volvió a su asiento.
Y, bueno, pues nosotros también volvimos a lo nuestro. A brindar por la oportunidad de estar compartiendo el pan y la sal con Jonathann y a darnos tiempo para aplaudir a los espontáneos que –virtud de tienen algunos-, hacen maravilla y media con un micrófono en la mano.
colis2005@yahoo.com.mx

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