El peculiar desarrollo de la crisis por la emergencia de influenza iniciada en nuestro país y que alarmó a todo el mundo, sin que llegase a devenir en la temida antesala del apocalipsis que la propia OMS llegó a plantear, condujo a suponer toda clase de teorías conspiratorias sobre las verdaderas motivaciones de la alerta sanitaria.
Por Alberto Cervantes
Han transcurrido dos años desde la alerta por la presencia de una nueva cepa del virus de la influenza en México, circunstancia que transformó por algún tiempo la conducta de la sociedad entera, y Quintana Roo no fue la excepción; sin embargo hoy, visto desde la distancia, se siembran las dudas de si todo esto no fue más que una farsa.
La influenza es una infección respiratoria causada por un virus que evoluciona por etapas, cuyo comportamiento inicial es similar al de una gripa, se presenta a través de un cuadro de leve a moderada intensidad, con fiebre, escalofríos, ataque al estado general, falta de apetito, dolor faríngeo, congestión nasal, fluido nasal claro, dolor de cabeza y de cuerpo, accesos de tos seca, vómito y dolor abdominal.
Asimismo, se presenta predominantemente en los meses de invierno; se transmite de persona a persona, por contacto directo, gotitas de saliva, secreciones nasales o juguetes contaminados. Es por eso que lugares como las guarderías pueden ser lugares de epidemias.
No obstante, hace dos años curiosamente se dio un brote de este virus en el año 2009. Ese año, el 2 de abril, tuvo lugar una reunión del grupo conocido como G7, constituido por Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Alemania, Italia y Japón y se llegó a dos conclusiones fundamentales:
La economía mundial necesitaba un cambio, el Fondo Monetario Internacional (FMI) destinaría más de 500 millones de dólares para ayudar a las economías emergentes (países dispuestos a colaborar). El día de 16 y 17 de abril el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, hace una visita a México
Sorpresivamente, el jueves 23 de abril el presidente de México convocó a una reunión de emergencia con su gabinete, y por la noche el Secretario de Salud, José Angel Córdoba Villalobos, anunciaba en cadena nacional la aparición del virus de la influenza, y las medidas inmediatas como la suspensión de las clases a todos los niveles en el DF y el Estado de México.
El 24 de abril, el G7 declara que la economía mundial debería ponerse en marcha ese año y que se lanzarían todas las acciones necesarias.
Posteriormente, el lunes 27 de abril la empresa farmacéutica Sanofi Aventis anuncia que inyectaría 100 millones de euros en una nueva planta de vacunas y donaría 236 mil dosis a México como apoyo al control de la enfermedad.
Un dato para tomarse en cuenta: desde hace más de 2 años la industria farmacéutica a nivel mundial tenía problemas financieros por la baja en la venta de medicamentos.
Pasado el tiempo, sin que la crisis llegase a devenir en la temida antesala del apocalipsis que la propia OMS llegó a plantear, condujo a suponer toda clase de teorías conspiratorias sobre las verdaderas motivaciones de la alerta sanitaria, basadas particularmente en una realidad: el principal motor del mundo y de cuanto de trascendencia acontece en él es eminentemente financiero. Si no se crean guerras, hay que crear enfermedades, pues la economía mundial debería ponerse en marcha.
Bajo ese contexto, México resultaba un perfecto trampolín para lanzar la enfermedad, de aquí saldrían turistas a diferentes partes del mundo, curiosamente los países que reportan enfermos que estuvieron en México, y que están reforzando su cerco sanitario son los países que integran el G7, una circunstancia que lo menos podría considerarse "rara".
Se llegó incluso a la suspensión de actividades en todas las empresas del DF y Estado de México, las clases se suspendieron hasta el día 6 de mayo de ese año.
Se estaba hablando de una emergencia a nivel internacional, ahora ¿se trataba de una emergencia por el virus o por la crisis financiera? Las cantidades de dinero que se movieron como consecuencia resultaron un alivio para el Banco Mundial y las bolsas del mundo.
Si alguien debate que con el paro México perdería mucho, pues también ese argumento se tambalea, ya que precisamente para eso fue el fondo que destinó el FMI; por el contrario, son inimaginables las ganancias de la industria farmacéutica a nivel mundial, y como lo anunciara el secretario de Economía de México, "por dinero no paramos para combatir la enfermedad". Tras semanas de angustia, el presidente anunció que la enfermedad siempre sí es curable, y persistieron las incongruencias en cuanto a las cifras oficiales de los afectados por el mal, pues si realmente se trataba de algo tan contagioso, ¿cómo y donde están las familias de los muertos?
Si la influenza porcina es una mutación del virus original de los cerdos, entonces el brote de la infección debería haber comenzado en el campo y no en las ciudades.
Eso sí: este virus mutante de la influenza trajo como consecuencia que miles de familias mexicanas se vieran afectadas económicamente, el sector turismo se vino abajo, reduciendo muchas empresas su personal.
Asimismo, uno de los sectores más sensible de cualquier economía es el turístico, pues la elasticidad de su demanda es alta frente a eventos de desastres naturales, como también la aparición de una enfermedad con características de epidemia.
México en ese momento fue el ojo del huracán, producto de la que se dio en llamar influenza porcina, que se extendió rápidamente y que puso en la cuerda floja a un sector que siempre debe reinventarse frente a hechos como este, pues necesariamente hubo una caída importante en la demanda por reservas al país.
Ante ese panorama, la principal industria del país, la de "sin chimeneas", padeció durante largo tiempo -y según los analistas, aún no termina de recuperarse del todo- por los efectos de la emergencia, y Quintana Roo, en su calidad de principal destino de México, fue de los estados más afectados.
Hoy a dos años ya de la aparición de este virus, persisten las secuelas en algunos sectores del país, por lo que les atañe el seguir trabajando para que sus ingresos puedan mejorar.
Ante todo lo expuesto, no dudemos que dentro de un tiempo más adelante, saquen a la luz un nuevo virus de este tipo; después de todo, lo que nos han sobrado son alarmas que más de una vez hemos atribuido a "cortinas de humo", como los casos del famoso chupacabras o el de la "leche contaminada".
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